martes, 14 de julio de 2015

Medicalización de la sociedad

La medicalización de la sociedad se puede considerar como aquel proceso a través del cual un área de la vida social se redefíne como un problema médico y por tanto requiere asistencia médica. Esto crea necesidades ficticias y dependencias en los individuos.
 Comienza con la patologización de prácticas sociales hasta entonces circunscritas al ámbito moral e íntimo como  son el alcoholismo, la sexualidad (masturbación,comportamientos sexuales atípicos...), también el suicidio y la total patologización de la fisiología femenina (menstruación, menopausia, embarazo, parto y postparto), manifestación esta última que pone de relieve las desigualdades de género aún vigentes en nuestra sociedad.
 El proceso de medicalización al patologizar asuntos sociales los convierte en problemas individuales, dificultando la reflexión acerca de las causas sociales que posibilitan esas patologías. La autoridad de la Medicina llega a imponerse al individuo con independencia de su voluntad.
 Se va instaurando lentamente, al principio con la publicación de libros que dan consejos sobre salud, sobre todo relacionados con la infancia con el fin de conservar la fuerza de trabajo. La Medicina entonces comienza a preocuparse por el ámbito doméstico mediante publicaciones sobre higiene, lactancia, juegos y horarios adecuados. Al principio aportando conocimientos y dando consejos amigablemente, aunque poco a poco se van volviendo más y más imperativos.

 Detrás de todo esto existe una gran industria que impulsa un consumismo de todo lo relacionado con la salud (consultas, fármacos, internamientos, pruebas diagnósticas...), la salud entronca con la economía, entra en el Mercado y se convierte en una necesidad. Según Foucault, el modelo científico triunfa porque sirve a un modelo político-económico concreto.
Aunque "la introducción del cuerpo humano y de la salud en el sistema de consumo y de mercado no ha elevado de una manera correlativa y proporcional el nivel de salud. En cuanto el nivel de vida se define por la capacidad de consumo de los individuos, el crecimiento del consumo humano, que aumenta igualmente el nivel de salud, no mejora en la misma proporción en que aumenta el consumo médico. En el momento en que el consumo médico se coloca en el medio real, se observa que las variedades del medio, en particular el gasto en alimentos, la educación y los ingresos familiares, son factores que influyen mas que éste en la tasa de mortalidad. El nivel de consumo médico y el nivel de salud no guardan relación directa, lo que revela una paradoja económica de un crecimiento de consumo que no va acompañado de ningún fenómeno positivo del lado de la salud, la morbilidad y la mortalidad".(Michel Foucault).
El adoctrinamiento al que ha llegado la medicalización es tan extremo que hoy día las personas dudan del médico que no sigue a pie juntillas los protocolos establecidos por la biomedicina, es decir, que prefiere tratar al enfermo como un ser humano y baraja los pros y contras de por ejemplo, prescribir una serie de fármacos de dudosa eficacia y comprobados efectos secundarios.
 La evolución de este proceso a dado como fruto lo que podemos llamar la Medicina del Pánico: Aquí se reemplaza la prevención por la detección precoz, ya no hay medicina preventiva sino búsqueda molecular de la enfermedad. Ejemplos de esta medicina son las vacunaciones masivas, la invención de enfermedades inexistentes, la extirpación cautelar por "riesgos" genéticos y la medicación sistemática de la hipercolesterinemia o la ansiedad.
 El objetivo que persigue es el control de la población a través de amenazas que impliquen la necesidad de fuerzas organizadas que respondan a esas amenazas, es decir, una práctica mafiosa en la que el que amenaza y el que protege es la misma figura. El sentido atribuido aquí a la enfermedad fluctúa entre el castigo por el modo de vida (caso SIDA) y la comprensión de que solo se puede estar seguro si se obedece el orden del sistema.

El triste resultado de este ya instaurado proceso es la pérdida de autonomía de las personas y su renuncia a ejercer un cuidado responsable de sí mismas, lo que implica una ceguera cuasi suicida que solamente podemos evitar o revertir educando a las personas, haciéndoles ver los pros y contras de su situación pasiva y proporcionándoles información de otras formas de conseguir y mantener la salud que el propio sistema se encarga de invisibilizar por las consecuencias que pudieran tener en el sistema de mercado.