Estos
últimos meses han supuesto para mí un periodo de grandes cambios, despedidas,
pesadillas, toma de nuevas responsabilidades, afrontar frustraciones con enfado
y ganancias con presunción, reflexión, rendición y maduración, hasta percibir
que todo está bien cuando se fluye con la vida.
La
labor de ayuda y acompañamiento a los demás pasa porque el que la asume debe
someterse a una travesía del desierto en soledad, encarando a los propios
monstruos, a los miedos de cosecha propia, a las grandezas también,
desfalleciendo y levantándose para volver a caer, para terminar reconociendo
que lo que se aprende es a transitar sin más, que no hay perdedores ni
ganadores y que lo mejor que puedes hacer en esta temida y deseada aventura de
la Vida es vivirla despierto. Cuando vives así, despierto, los miedos surgen
con fuerza y al poco se van diluyendo casi involuntariamente y surge una
sensación de constante asombro por el mero hecho de estar vivo, te das cuenta
del milagro y entonces quieres compartirlo, deseas contagiarlo. Los miedos
pueden volver y asustar, pero al estar despierto ya sabes de qué están hechos y
como acaban. Con esto de despertar no estoy hablando de iluminación, ni de
nirvana, ni de nada parecido (¡nada más lejos!). Hablo de Vida, de sentirla,
olerla, tocarla, quemarte con ella, respirar, estornudar, gritar, llorar, reír,
saltar, odiar, mojarte, comer, follar, beber, amar. Al final se resume todo en
Amar porque has trascendido el miedo. Y quedas en silencio, y sientes como el
silencio te habla y tú lo entiendes. Aclaro que esto no es racional, aquí lo
racional no llega.
Así
cuando estamos con otra persona la energía fluye en los dos sentidos y solo
tenemos que procurar desatascar de miedos nuestros vasos comunicantes. Muchas
veces con que solo lo haga uno de los dos ya vale, el resto lo hace el Amor.
Acompañar,
facilitar, ayudar se convierte así en una reacción natural de este proceso
humano y personal.
OS DESEO UN 2017 DESPIERTOS
Carlos D Reinhardt.
Acompañante y facilitador
Antropología para la Salud
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